Alteraciones en las frutas


ALTERACIÓN
Las distintas manipulaciones que pueden aplicarse a las FyH antes de ser ingeridas pueden ejercer, como se detalla a continuación, efectos tanto positivos como negativos sobre su contenido nutricional.
 


Almacenamiento de FyH
La temperatura a la que se almacenan las FyH es un parámetro que influye de forma importante sobre su estabilidad pero no tanto en su valor nutricional. Las reacciones químicas que se producen espontáneamente a temperaturas de entre 20 y 25ºC (y que afectan a su contenido en nutrientes) se reducen a la mitad con tan solo disminuir dichas temperaturas en 10ºC, aunque algunas reacciones todavía se producen durante condiciones de refrigeración (0-5 ºC). En cualquier caso, algunas FyH pueden sufrir alteraciones en su textura a causa del frío, en particular los plátanos por debajo de los 12 ºC, los tomates y los pepinos por debajo de los 7°C y las manzanas por debajo de 2°C (Hole M, 2003).
Lo más recomendable es conservar las FyH frescas en la parte más templada de la nevera, salvo los tomates o las frutas tropicales y subtropicales como el aguacate, el plátano o la piña, que, como se ha indicado antes, se conservan mejor en un lugar fresco, fuera de la nevera (OCU, 2001). Existe la errónea creencia de que la vitamina C del zumo de naranja casero es poco estable, cuando solo condiciones extremas (ej: calentarlo a 120º C) disminuyen de forma considerable dicha vitamina. La vitamina C se conserva perfectamente en el zumo durante varias horas, aunque con el paso de las horas el sabor puede hacerse más amargo (OCU, 2002).
La congelación, por su parte, es un proceso que no afecta prácticamente al contenido en nutrientes de los alimentos, pero que puede resultar una desventaja debido a que puede propiciar cambios en la textura de FyH, sobre todo en las frutas. Sea como fuere, la congelación es el método más ampliamente aceptado para el almacenamiento a largo plazo de las hortalizas.

La industria alimentaria realiza antes de la congelación un escaldado de dichas hortalizas con el fin de inactivar las enzimas, prolongar así su estabilidad y mantener su contenido de nutrientes. Ello disminuye ligeramente el nivel de ciertas vitaminas hidrosolubles menos estables, como las vitaminas B1 y C, pero puede aumentar el de vitaminas liposolubles como las vitaminas A y E, que pueden presentar una mayor biodisponibilidad después de este proceso (Hole M, 2003; Rickman JC, 2007a; Rickman JC, 2007b). 5.2 Cortar y pelar FyH (procesos mecánicos)
Si bien es cierto que pelar y cortar FyH puede generar disminuciones en su contenido nutritivo, sobre todo en las vitaminas hidrosolubles más lábiles (ej: vitamina C, B1 y ácido fólico), así como de fibra dietética contenida en la piel del alimento, por una parte, dichas disminuciones no son relevantes a largo plazo cuando se consideran los beneficios obtenidos por el consumo de estos alimentos (Oude Griep LM, 2012; Makris DP, 2001; EUFIC, 2011). Por otra parte, las manipulaciones domésticas pueden, de hecho, aumentar el contenido o la biodisponibilidad de determinados nutrientes, pro-nutrientes o sustancias fitoquímicas como el resveratrol o, sobre todo, los carotenoides (EUFIC, 2011; Fairweather-Tait SJ, 2003; Hotz C, 2007; Makris DP, 2001; Rudolf JR, 2005; van Het Hof KH, 2000). En cualquier caso las posibles pérdidas serán probables solo en las zonas inmediatas al corte y no en el interior del alimento.


Fermentación y enlatado

La fermentación puede mejorar la biodisponibilidad del hierro de alimentos de origen vegetal (debido a la hidrólisis de sus fitatos), aunque esto solo es relevante en cereales y legumbres. La fermentación mejora la calidad de la proteína y la digestibilidad, y aumenta el cotenido de algunas vitaminas del grupo B. También se generan determinados ácidos orgánicos (por ejemplo, ácido cítrico, ácido málico, láctico) que pueden ayudar a mejorar la absorción de hierro y zinc aunque de nuevo esto es más aplicable a cereales y semillas que a las hortalizas, y los estudios al respecto son escasos (Hotz C, 2007).
Las FyH en lata se deben escaldar y someter a un tratamiento térmico previamente a ser enlatadas, para prolongar su conservación. Inicialmente se pierden nutrientes pero como este tipo de conservación permite un largo tiempo de almacenamiento, las pérdidas a largo plazo son inferiores que en las FyH refrigeradas, congeladas o frescas. En cualquier caso, existen algunas ganancias desde el punto de vista dietético-nutricional, como el caso del licopeno. Así, el licopeno presenta niveles superiores en los tomates enlatados que en los frescos. Por su parte, los minerales y la fibra son también estables durante el procesado, y durante el tiempo que dura la conserva (EUFIC, 2011; Rickman JC 2007a., Rickman JC 2007b).
No debe olvidarse que la mayoría de los alimentos enlatados pueden suponer un importante aporte de sodio (verduras enlatadas) y/o de azúcares libres (frutas enlatadas o en almíbar) a la dieta, y que la ingesta de estos nutrientes está, en España, por encima de las recomendaciones (AESAN, 2011a).

Adición de bicarbonato
El bicarbonato de sodio se agrega a veces a la cocción de hortalizas porque mejora la cocción, reduciendo con ello la dureza de las hortalizas (en su caso). Desafortunadamente, su adición promueve a la desnaturalización de la vitamina C (Rosenthal AJ, 2003).        

Cocción

Tal y como se detallará a continuación, la cocción afecta al valor nutritivo de FyH (Reddy MB, 1999; Sastre Gallego A, 1999). No obstante, esta afectación puede ser tanto positiva como negativa en función tanto del método de cocción, de la temperatura, del tiempo de dicha cocción e incluso del tipo de alimento concreto. Se sabe, por ejemplo, que la cocción disminuye el contenido de fibra y vitamina C, pero mejora la biodisponibilidad y los efectos positivos del licopeno, de los carotenoides y del ácido fólico (Oude Griep LM, 2012). En el caso de los carotenoides, su absorción es baja en alimentos crudos, mientras que tras la cocción aumenta, gracias a su liberación de la estructura del alimento (Fairweather-Tait SJ, 2003). La adición de pequeñas cantidades de grasa o aceite (3-5 gramos por comida –aproximadamente, una cucharadita de café-) mejora todavía más la biodisponibilidad de estas sustancias (van Het Hof KH, 2000). Los nutrientes de FyH más estables a la cocción son los minerales (ej: hierro, cobre, calcio), pero sobre todo los macronutrientes (proteínas, carbohidratos y grasas) (EuroFIR, 2006; Mueller HR, 1990; Severi S, 1998).

La pérdida de nutrientes durante la cocción se puede atribuir a dos rutas básicas: reacciones químicas inducidas por la temperatura, y la lixiviación (arrastre) de los nutrientes en el medio de cocción. Muchos nutrientes son térmicamente inestables cuando se calientan y su concentración disminuye exponencialmente con el tiempo. Las vitaminas más sensibles a las altas temperaturas son las vitaminas C, B1, B6 y el ácido fólico, que pueden ser completamente destruidas en la cocción doméstica. En cuanto a los aminoácidos esenciales, la lisina es el menos estable al calor y hasta el 40% puede ser destruida por las prácticas de cocción domésticas, aunque como la ingesta de proteínas en España es muy elevada (AESAN, 2012a), y las FyH no son fuentes relevantes de proteínas en la dieta, esta pérdida no es relevante para la salud.
En general, los métodos rápidos para cocinar que utilizan altas temperaturas y tiempos cortos, como el microondas, la fritura, el salteado o el horneado y en los que no se sumerge al alimento en agua, producen menos pérdidas de nutrientes que los métodos de mayor duración, sobre todo aquellos de cocción a temperaturas moderadas y en los que no se aprovecha el agua de cocción (Finglas PM, 2003; Rosenthal AJ, 2003; Skurikhin IM, 1985).


 Hervido
Las pérdidas vitamínicas en FyH a causa del hervido son muy variables. Destaca la pérdida de ácido fólico (40% en hortalizas y 80% en frutas) y de vitamina C (45% en hortalizas y 25% en frutas), siendo menor, aunque relevante, la de otras vitaminas hidrosolubles como las vitaminas B1, riboflavina, niacina o B6. Las pérdidas de vitaminas liposolubles son, en general, leves. Las pérdidas de minerales serán relevantes cuanto mayor sea la cantidad de agua utilizada para hervir y menor sea el tamaño del corte del alimento (Finglas PM, 2003; Mueller HR, 1990; Severi S, 1998). Como algunas vitaminas se degradan con más facilidad en medios neutros o alcalinos, la adición de vinagre o zumo de limón al agua genera un medio ácido que permite una mejor conservación de las vitaminas. Por último, conviene esperar a que el agua hierva para sumergir el alimento, ya que ello permite conservar mejor su contenido nutritivo (Harvard, 2008; Kimura M, 1990; OCU, 2001).

Guisado
El guisado se caracteriza por una cocción de larga duración y a temperaturas moderadas. Genera notables pérdidas de nutrientes, aunque menos que las producidas al hervir FyH en abundante agua y durante un largo período de tiempo (Finglas PM, 2003).

Cocción en olla Express
Cocinar en olla Express (a presión) genera, bien aplicado, menos pérdidas de nutrientes que el simple hervido o que el guisado (Finglas PM, 2003).

Cocción al vapor
La cocción al vapor es más respetuosa con los nutrientes que sumergir a los alimentos en agua, debido a que algunos nutrientes se quedan en el caldo de cocción (lixiviación) (Harvard, 2008). A modo de ejemplo, cocinar al vapor el brócoli no afecta a la vitamina C, mientras que cocerlo en agua reduce significativamente su contenido. Ambos métodos de cocción, sin embargo, pueden producir un aumento en la biodisponibilidad de betacaroteno, luteína, alfa-y gamma-tocoferoles (Gliszczyńska-Swigło A, 2006) e incluso de hierro (Yadav SK, 2002).
 
Fritura

Las frituras ejercen un impacto mínimo sobre el contenido de proteínas o minerales de los alimentos fritos. De hecho, debido a la alta temperatura y el corto tiempo del proceso de fritura, ocasiona menos pérdida de vitaminas lábiles (vitamina C o vitamina B1, por ejemplo) que otros tipos de cocción. La fritura en aceites vegetales (ej: aceites de oliva y girasol) puede aportar al alimento vitamina E, aunque el aumento de grasa de los vegetales fritos aumenta su densidad energética (Fillion L, 1998), y ello puede suponer una ganancia indeseada de peso corporal, si la ingesta de fritos es alta (Shi Z, 2008).

Horneado

Hornear los alimentos es un método que ejerce pocos cambios en el contenido en nutrientes de FyH, aunque ello dependerá, lógicamente, tanto del tiempo que dure el horneado como de su temperatura.

Microondas
La cocción con microondas suele preservar mejor el contenido de nutrientes de los alimentos que otros tipos de cocción debido a que los tiempos de cocción son más cortos y a que el contacto con el agua es menor. No obstante, si los tiempos de cocción son largos o se sumerge el alimento en agua, las pérdidas pueden ser altas. El GREP-AEDN cree necesario recordar que no son aptos para el microondas la mayoría de los recipientes de comida para llevar, las botellas de agua o los plásticos elaborados para mantener margarinas, yogures, cremas, quesos, mayonesas, mostazas o similares (el-Adawy TA, 2002; Finglas PM, 2003; Harvard, 2008).

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